Sapiencia adoptada

Si no es que la incredulidad es lo mismo que el escepticismo, en todo caso son parientes cercanos, y funcionarios en la posmodernidad (palabrita dominguera que anuncia que lo moderno ha pasado de moda). La vida está cada vez más invadida por información en forma de datos procesados por unos que piensan de un modo y otros que los contradicen o los complementan. ¿A quién creerle? Cada uno puede decidir, en una democracia ideológica que no demanda consenso. También en el modo de pensar, los pueblos eligen a sus representantes: The Beatles, Oprah, Eminem, Santiago Jaimez, Angelina Jolie, el niño predicador, Jaime Maussan... La democracia representativa parece un recurso ante la impotencia de hacer algo por mano propia (ni siquiera está bien visto hacer justicia por mano propia- si en realidad lo que se hiciera fuera j-u-s-t-i-c-i-a, no habría problema, ¿o sí?).

Llega un e-mail a la bandeja de entrada, anunciando que el mundo se acabará cuando se vea una cruz roja en el cielo, y después se recibe otro diciendo que la crisis financiera durará 18 meses. Posteriormente, aparecen otros tres hipervínculos con el mismo formato, conduciendo a artículos y promocionales sobre la pobreza extrema en el mundo, un concierto de Los Padrinos en el Bar Clandestino, y una solicitud de ayuda para un evento de caridad. Si se lee todo esto al mismo tiempo, la idea que queda es que el mundo se acabará en 18 meses y por eso mejor hay que ahogar las penas en un bar, gastando el poco dinero que ha quedado en el mundo después de la caridad. Todo parece igual de creíble, excepto por un par de faltas de ortografía que hacen pensar que la pobreza extrema es una hipérbole cruelmente utilizada. En todo caso es mejor dar a todos el beneficio de la duda sin dedicarle demasiada atención a ninguno. Se incrementan las dudas, y la sabiduría sigue igual (la proporción se inclina hacia la confusión).

Estamos llenando el mundo de tantas cosas, que empezamos a no caber, a no saber, a no tener, a no poder... y lo peor: a no querer. No somos autosuficientes, ni en satisfacción de necesidades básicas, ni en información, ni en ideología, ni en filosofía de vida. Nos faltan empleos, y nos sobra producción, pero nos falta crecimiento económico, al mismo tiempo que se nos agotan recursos. Crecen las demandas al mismo tiempo que se incrementan los desperdicios. No hay tiempo de pensar en medio de la angustia del desempleo, y es mejor vender productos de belleza que sentarse a meditar sobre una estrategia sostenible de vida: hasta ahora, la inteligencia no ha sido garantía de prosperidad. Es mejor que alguien piense por nosotros, decida por nosotros, produzca por nosotros, compre y venda por nosotros... ya nosotros podremos comer por cuenta propia- ¿por qué la obesidad? El secreto es no tener tiempo para reflexionar y contar con dinero suficiente por si es necesario comprar una nueva filosofía de vida.

No hay comentarios: