Decisiones

No siempre se trata de decisiones; o sí, porque uno puede decidir no decidir nada... y entonces ya está decidiendo. Una deja ir, o sostiene... y aguanta, y apechuga. Una permite, o limita, o quita las manos y dice: buenas noches, ya me voy. Una dice "no, con una tengo", o toma otra, y otra, y las que decida tomar o no decida dejar de ingerir. Una piensa que ha decidido, y entonces se da cuenta que lo único que hizo fue dejar que Dios siguiera sus planes. Una ha decidido que Dios decida... y por libre albedrío.

Pareciera que no todo es decisión, porque el día comienza cuando una está dormida, y apenas a las 10 de la mañana, se abren los ojos para darse cuenta que las ocho ya pasaron. Una extraña, una necesita, y decide que está bien... y lo está, y entonces decide que seguirá estándolo. Decide extrañar, y decide al mismo tiempo no sufrir por ello.

Una siente celos, profundos, porque alguien más está siendo amado... y una no ama ni es amada. Una decide querer, y amar... y alguien más decide cuánto cabe en el recipiente, y la cantidad de fresas que le caben en el congelador.

Una tiene terraza, y sale para ver la ciudad. Una se enamora con la noche, y la noche está enamorada de la madrugada. El triángulo se rompe para que se haga de día y el trabajo haga que una olvide lo que ha estado pensando sobre el amor y todo eso. Una es moderna, y ama como amantes de ésos a la antigua. Porque una decide que será fiel, incluso a la soledad. Porque una es romántica, y entrega todo lo que tiene qué ofrecer... y lo entrega bien, con decisión... porque una decide que es lo mejor, lo que se siente que está bien.

Una ha decidido que la intuición es la que manda... y espera que alguien más la acompañe con esa intuición. Pero mi país no escucha, está cansado. Fuera de él, las cosas parecen más simples...

Una tiene las manos secas y las piernas temblando de cansancio. Una está sola, come rodeada de personas y no entiende nada, y no tiene nada qué decir. Una podría ser un premio Nobel, y nadie lo sabría. Una podría cantar con inagotable pasión, o bailar en medio de las olas y romperlas contra las rocas. Una podría escribir un cuento en la arena, e inflamarle el corazón a toda Hungría. Pero nadie sabe, porque nadie ha decidido que habrá de darse cuenta.

Una tiene ganas de trabajar bien, de hacer lo mejor que puede, de ser honesta y decente, de ser buena y ser amable, de ser dulce y ser paciente. Una escucha en la radio a su abuelo, y llora. Una no tiene sangre de sobra, sólo le queda la que va a derramar cuando sea necesario entregarse por completo.

Una tiene letras, y besos, y memorias, y silencios. Una tiene música y poesía. Una tiene sentidos y sentimientos. Una es extranjera, y es todo lo que es. Porque uno decide qué quiere que los demás parezcan.

1 comentario:

Fernando Figueroa dijo...

G-U-A-O!!! Me gustó mucho esta entrada, no manches expresas super bien todo lo que está pasando por tu mente en estos momentos.

Noto una paradoja por estar en el extranjero, algo ais como que decidiste estar ahi, pero por otro lado desearías no haber cambiado de lugar. A veces yo tambien siento eso ¿será un sintoma crónico de ser un extranjero?