Irse y llegar

Lo más difícil de volar es haber tenido que empacar lo mismo que uno habrá de desempacar a su llegada. Lo más duro es forzar al cuerpo que se resiste a que una esté despierta, haciendo maletas, con el estómago ardiendo. Lo más dulce es saber que duele irse y alegra regresar, porque la fortuna no se limita a un país. Lo más incomprensible es que no se pueda estar en todos los sitios a la vez. El resto, no puedo sentirlo... y es que lo más horrible es que una bloquea todos las emociones que le hacen difícil decidir lo correcto y ser congruente con ello.

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