No dejar de caminar

Si uno sigue caminando, puede que se encuentre al vecino, al amigo, a otros desconocidos, y que, al invitarlos a acompañarla, deje el libro que pensaba leer dentro de su bolsa, y se dedique a compartir y reír. La espontaneidad aguarda el momento en que se le permita explotar (POP!), y la gente, en silencio, espera que alguien la acompañe o la invite a acompañar.

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