La tijera

La tijera, el pelambre, la viboriza, el chisme... hacer de un evento natural, todo un acontecimiento. El escándalo. La inconciencia sobre lo frágil que es la tendencia humana a la perfección. La necesidad de hablar de alguien más. La timidez. El miedo a los instintos. La competencia. La indiferencia a la humanidad como una entidad indivisible. La premura por elaborar una tesis. La contradicción entre la envidia y la desaprobación. Todo eso es catalizador, supongo, de los chismes y las críticas destructivas.
Disfruto inmensamente conocer gente que me permite equivocarme, regarla, intentar, no intentar, pensar poco o mucho, ser formal y perder la compostura, ser tierna y ser sexy, brindar con agua y con changüarnís. Hoy brindo con aire por todas las personas que disfrutan las posibilidades... por quienes al acercarse a un barranco no se escandalizan por el impulso suicida de lanzarse al vacío, por las que no condicionan la felicidad a la perfección ni la sabiduría a la vejez, por las que no tienen miedo de tener miedo de vez en cuando, y por las que son capaces de abrazar los errores ajenos y sanar sus heridas con amor. Brindo por quienes tienen tantas buenas ideas, que no tienen tiempo de pensar mal de los demás. Brindo también por la gente que critica severamente, y después se siente mal por ello. ¡Salud!

2 comentarios:

Robin dijo...

Salud!

1966 dijo...

¡Salud!

¿Por qué sentirse mal por la crítica?