La amargura jamás admitida de las ilusiones

El miedo a que no sucedan.
El miedo a que sucedan y terminen.
El miedo a que parezca que suceden y continúen pero nunca hayan sido realmente.
El miedo a cerrar los ojos y que jamás se toquen los labios.
El miedo a abrazar y que los otros brazos se queden inmóviles.
El miedo a escribir y que no haya respuesta o la haya pero fría y distante.
El miedo a parecer... a ser... ridícula.
El miedo a tener que guardar la compostura.
El miedo... al miedo mismo... que haga que una se aviente a lo baboso para vencerlo.

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